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     Hace muchísimo tiempo, un gran señor estaba pintando el cielo, pintó las nubes blancas y grises, el azul infinito del cielo, los ángeles.

     Un poeta, viendo que tan bonito quedaba, le dijo: — ¿Puedes pintar angelitos negros? Y pintó el África.

     Pintó la lluvia y repentinamente entró una señora con un paraguas y le dijo: — ¿Puedes pintar los sueños? Y pintó a los niños.

      Pintó al sol con su despertar y dormir, y llegó un señor descalzo y le dijo: —¿Puedes pintarme unos zapatos? Y pintó los caminos.

     Pintó el viento, cálido, tenue, y gritando, una mujer soñadora le dijo: — Señor, señor ¿Puede pintar el amor? Entonces, pintó sus ojos, labios, mejilla…

     Siguió pintando la naturaleza, los rayos, los truenos, y un señor del campo le dijo: — ¿Puedes pintar los colores? Y pintó el arco iris.

     Pintó el día, la tarde, la noche, la belleza de la luna, y cuando más inspirado estaba, interrumpió un soldado y le dijo: — Señor, ¿Puede pintar la guerra que estoy aburrido? Y él respondió: — Lo siento, pero se me acabó la pintura.

Autor: Henry Guerra

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