Jesús vivía muy lejos, detrás de las montañas, y la escuela quedaba en
el llano.Él se iba todos los días caminando para la escuela, y de tanto caminar
se le desgastaron los zapatos y dejó de ir a la escuela. Un día, paseando por
las montañas y riachuelos, se tropezó con un anciano que estaba sentado al pie
de un inmenso árbol.
- Buenos días - le dijo el niño.
- Buenos días - le contesto el gran señor - ¿Qué haces tan lejos de tu
casa? Los niños no deben alejarse mucho de sus padres.
- Señor, lo que pasa es que se me rompieron los zapatos y no puedo ir a
la escuela, y yo quiero aprender, quiero ser un gran señor.
Mañana por la mañana, vas a ir a la escuela. Cierra los ojos e imagínate
unos zapatos nuevos, de suela verde como los árboles, trenzas azules como el
cielo, y un cuero negro como la noche.
Al otro día, Jesús se dirige hacia la
escuela con los ojos cerrados. Cuando pasó por las calles del pueblo, los
señores y señoras le decían buenos días, Jesús, qué bonitos tus zapatos de
colores. Jesús les dijo: gracias, con una sonrisa de montaña pura. Cuando Jesúsllegó
a la escuela, todos se rieron de él. Entonces, Jesús abrió los ojos y sus
zapatos estaban intactos. Cerró de nuevo los ojos y se imaginó a todos
descalzos. Sonrió, entró al salón de clases y dijo en voz alta:
- ¡Soñar no cuesta nada!
Autor:
Henry Guerra