Un día, jugando a los piratas, el
mar entró por la ventana de mi cuarto, mi cama se transformó en una gran
embarcación gobernada por piratas muy rebeldes, mi escritorio también cambió a
una embarcación y de repente el mar se llenó de muchas embarcaciones buscando
un tesoro. Me dio tanto miedo que me salí con cuidado antes de que el mar me
alcanzara para que no inundara mi casa porque mi mamá y mi hermanita aún no
saben nadar, pero un pirata se dio cuenta y gritó: ¡Se escapa el tesoro! Yo
corrí rapidísimo, alcance a mi mamá y muy asustado le conté lo sucedido, ella
para calmarme subió a mi habitación. Yo le advertí que no abriera la puerta
porque se inundaría la casa, pero ella igual lo hizo. Para mi sorpresa, ya los
piratas se habían ido, pero dejaron un gran baúl y una carta que decía: — No
veníamos a hacerte daño, solo queríamos dejar un tesoro para un tesoro. Mi mamá
no cabía en su asombro, engrandecieron sus ojos y muy emocionada me dijo: —
¡Qué esperas, ábrelo! Así lo hice y encontré muchísimos cuentos; yo estaba
feliz, los compartiría con todos mis amigos. Mi mamá con cuidado los guardó y
volvió a la cocina. Esa noche y como todos los días de mi vida mi mamá me contó
un cuento, y me dijo susurrando al oído: ¡Duérmete mi tesoro!
Autor: Henry Guerra
Ilustración: Javier Sayalero
Ilustración: Javier Sayalero