Formulario de contacto

 

El rey que nos come.


Había una vez un rey que vivía en un lejano castillo, y solo tenía por amigos al viento, el sol y la luna, y nunca salía ni a visitar a sus familiares. Los habitantes del pueblo, ya cansados de que no tuvieran a nadie disponible, fueron a exigirles a los guardias que los dejaran pasar  y antes de que estos dijeran que no, el rey se asomó a su balcón a tomar el sol y a respirar aire puro.

Los habitantes aprovecharon para hacer sus reclamos: — Los caminos no se pueden transitar, los campos no producen alimentos, las familias se separan buscando destinos mejores, y más. El rey se dio cuenta del descuido, se disculpó con su pueblo y pidió veinticuatro horas para arreglar las cosas. Así se retiraron a sus labores y el rey se reunió con el viento, el sol y la luna, quienes le explicaban que debía prestar más atención, y tras una larga conversación para dar solución al problema el viento alborotó sus cabellos, el sol tostó su piel y la luna lo convirtió en Rey Lobo.

            Así salió mientras todos dormían y se comió los huecos de los caminos, luego abonó los campos, se comió toda la suciedad y todo lo que dañaba al reino, y acabo en esa noche con los problemas de los que nunca se había encargado.

            Al día siguiente, amaneció un pueblo sano y feliz, pero con un nuevo rey que todos los días recorría sus calles.


Autor: Henry Guerra

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