Hace
mucho tiempo, en nuestra tierra, vivieron muchas familias que eran orientados
por un Anciano que era elegido por su experiencia de vida y por su sabiduría.
Él era quien organizaba a los cazadores que cazarían y la
cacería tenía que ser la necesaria para ese día. De igual manera, con los
pescadores y agricultores, sembraban para la vida hasta donde alcanzara el
conuco. Era también el curandero de la tribu o del pueblo, curaba a los
enfermos y también curaba la tristeza. Este gran señor tenía mucha fuerza
cuando contaba historias a los niños, contaba que la luna era su guía y las
lluvias eran una bendición. La Tierra era la Madre de todos los seres vivos por
eso la amaban tanto.
Cuando este
gran señor sentía que su espíritu se tenía que marchar a lo más alto del
universo, se iba al lugar sagrado elegido por su alma y allí se acostaba para
que la Tierra lo acobijara, para que durmiera un largo y hermoso sueño y así
viviera en el recuerdo de todos los que vivieron su periodo de orientación.
Si algún día
quieres ser orientado por alguien como él con toda su sabiduría, entonces que
vivan los abuelos.